Desde que salí de Teis he abierto los ojos a un montón de formas de ver la vida diferente, y ya no sólo de verla, sino de vivirla, de relacionarse con los demás y con uno mismo, de plantearse las cosas.
El encuentro de Lakabe fue increible, repleto de energía desde el primer momento, aquello de sentirte que es el sitio en el que quieres estar en ese momento, que quieres formar parte de eso...la gente especial ayuda. Al primer momento el encontrarme allí a Victor, otro voluntario de ecoaldeas y ver llegar a mi hermano y Arantxa, su pareja, me llenaron el corazón de alegría.
En mi cabeza estaba sentir como se vivía en una comunidad intencional, como se llevaban a cabo las cosas, pero el viaje ha sido mucho más interno que externo.
Comenzamos cerrando los ojos y ensoñando el proyecto, el sueño, el anhelo que sentíamos, con los ojos cerrados, se trataba de sentir, no de verbalizar, sino respirar, oler, ver...me vi al lado de un río que fluía, con vegetación suficiente para comer, con niños rubios, negros, muchos, jugando, con adultos con sonrisas trabajando la tierra, eso fue lo que sentí, algo cálido.
Luego hicimos una dinámica para reconocer a otros, y cuando casi todo el grupo estaba agrupado en dos, tres, o cuatro yo me paré al lado de dos hombres, sin pensarlo. En dinámicas de grupo siempre tomo la iniciativa, y esta vez no quería hacerlo, escuchaba mi pecho, y así bajé la cabeza y no quise irme con nadie, por no escoger desde quién me gusta, quien me cae bien, quien me sonrie.
Para mi sorpresa los tres que quedamos descolgados nos llamamos Je..., bueno, ellos se llamaban Jesús y yo Suso. Como no creo en las coincidencias empecé a indagar que era lo que teníamos que poner en común.
Nos contamos nuestras visiones y eran muy dispares, Jesús 1, se aferraba a su visión y trataba de tirar de nosotros dos cara ella, Jesús 2 era más cauto y sonreía...Tras varios intercambios de ideas vimos que eramos completamente divergentes, nos sonreimos, y llegamos a la conclusión de que no podíamos tener un sueño compartido. Tal vez, ese era el trabajo, escuchar al otro sin juzgar, exponer mi idea sin imponer, y ver si nuestros caminos eran semejantes.
A la tarde debíamos crear desde el ensueño común, un dibujo en papel de estraza, una canción, una obra de teatro, lo que fuera, nuestro grupo se disolvió, y yo me fue con un grupo que planteaban el cuidado dentro de las comunidades, me llamó la atención el árbol que estaban dibujando, les conté mi ensueño y les gustó, así que pintén una montaña de la que bajaba un río que salpicaba en una ola el árbol, una compañera recortó cinco corazones de papel de tamaños crecientes y los pegamos sobre el río llendo hacia el árbol, quedó bien lindo.
El segundo día fue más la práctica de llevar a cabo un proyecto, hicimos un grupo supergrande, casi los 25 que estábamos, cuya finalidad era okupar un pueblo cercano.
Llevábamos ya muchos ratos juntos así que la energía comenzaba a fluir de una manera intensa.
Nos organizamos en turnos de palabra, hicimos un círculo y fuimos expresando nuestras ideas sobre el tema, necesidades materiales, pero también miedos y sentimientos, fue bastante potente a nivel emocional, aunque fuera un ejercicio lo vivimos como real, cada uno hablando desde dentro...
Como veo que el curso va a dar para bastante lo dejo aquí con un vídeo de Lakabe que me ha gustado mucho, este ser especial es Mauge y os pasea por Lakabe