En el principio la madre tierra era un todo compacto, pero llena de amor quiso regalarse en los cuatro elementos, soltó el fuego interno, sus pechos altos se desmoronaron moviendo una gran cantidad de aire, surgió así el viento. Lloró durante miles de lunas sabiendo lo que sucedería, porque ella todo lo sabe, como madre creadora, y el agua surgió.
Cuando la madre tierra se sintió preparada de lo más profundo de su ser surgió la vida, primero sencilla y luego más compleja, y la vida le agradeció a la madre tierra la bondad, la abundancia, el suelo, el cielo, el agua, el viento; y todos eran uno y así lo sentían.
Por muchas lunas todo permaneció inalterado, matar sólo era una forma de transformarse, tenía un sentido único, la vida era un equilibrio.
Pero la madre tierra sabía que faltaba algo, faltaban hijos capaces de dar amor pleno, y una noche mientras dormía, del aliento de su sueño reparador comenzaron a surgir seres perfectos, llenos de amor, casi estaban formados plenamente sus cuerpos cuando el sol envidiando la pureza y fuerza de estos seres se adelantó en su salida despertando a la madre tierra antes de tiempo...y los seres abrieron los ojos incompletos, sin ese gran amor que quedó esparcido entre ellos; condenados a buscarse eternamente para volver a ser uno y poder alcanzar ese amor. Los seres incompletos se quedaron
de pié con los brazos extendidos hacia el sol pidiendo su plenitud.
La madre tierra sintió una fuerte pena, porque sabía que aquellos hijos incompletos iban a ser muy desdichados, se olvidarían pronto de ella y alterarían todo lo que tocasen en aquella
búsqueda de sentirse completos...y lloró, la madre tierra lloró, tanto y tan fuerte que casi todo lo conocido fue agua. Muchas formas de vida perecieron. Pero algunos de esos seres de pié
sobrevivieron en lo alto de las montañas. Se
multiplicaron en su busqueda de plenitud y poblaron lo que comenzaron a llamar como “su tierra”.
Pasaron miles de lunas, aquellos seres que habían comenzado sus andares con la planta del pie pegada a la madre tierra poco a poco se fueron distanciando, dejaron de honrarla, de escucharla, y no sólo a la madre tierra sino a todos los hermanos que la pueblan, y lo que es peor, dejaron de respetar a sus propios hermanos de sangre y carne. Aniquilaron, quemaron, mataron, construyeron su carne, su casa, su vida sobre la muerte.
La madre tierra intentó comunicarse con aquellos seres, sus hijos más inteligentes y crueles. Les hablaba con temblores de frío, les mostraba los inicios de la vida con sus volcanes, por varias veces se sintió tan falta de amor que casi se congela en su totalidad, pero aquellos seres, convertidos ya en cabezas que caminan, por aquella altura no sabían escucharla.
Se habían convertido en hijos malcriados, que destrozan la casa de su madre, creyéndose dueños y señores de un todo que no llegan ni a entender.
Entonces la madre tierra pensó que ya no se podía comunicar con tantos hijos a la vez, demasiados ruidos, seguía enviando mensajes, pero se centró en aquellos a los que les había tocado un poquito más de aquel amor inicial en su creación.

Y así se puso en contacto con cinco mujeres, guerreras de luz, para que lanzaran una búsqueda, un lugar, para el encuentro.
Estas mujeres dotadas de una gran clarividencia fueron creando la visión del encuentro. Crearon un mensaje en forma de humo que salió por la ventana y voló lejos muy lejos, algunos hijos de la tierra al oler ese mensaje dejaron sus quehaceres y corrieron al lugar, porque había mucho que preparar. Sus cuerpos lucharon para amoldar el espacio, su energía se fundió con los árboles, la hierba, las piedras y el camino...todo para que ese espacio pudiera acoger lo que iba a llegar.
A estos primeros llegados, se les nombró como guardianes de tres llaves: La llave del alimento que nos cura y nos da fuerzas, la llave del agua que nos refresca y mantiene; y la llave del calor del hogar.
El segundo mensaje fue enviado ya no sólo por viento, sino también por tierra y agua, e incluso el fuego se hizo necesario, cada elemento habló a los seres de un punto cardinal...cuando la luna lo indicó todos los seres necesarios para aquel encuentro llegaron al lugar indicado.
Vinieron cientos de seres por la senda de la consciencia, cada uno traía su sabiduría ancestral, su forma de conectarse con la madre tierra, desde el canto, el baile, la bioconstrucción, la tradición, desde la comida, desde la visión del mundo, desde el corazón común, desde la aceptación.
El nivel de conexión entre estos seres fue aumentando tanto que en diversos momentos cada uno de ellos pudo sentir la conexión con la madre tierra y sentir su mensaje.
El amor se fue generando desde la madre tierra hacia arriba, a cada uno de los seres, pero estos debía estar en comunión con otros para sentirlo, para vibrar, para saberse parte de un TODO.
Acabado el encuentro tres de los guardianes de las tres llaves volvían a su casa, llenos de muchísimo, ellos había sido herramienta, servicial y necesaria, se habían llenado de saberes, pero les faltaba una lección, sentirse el otro.
En el medio del camino sintieron la fuerte llamada del seno materno, alguna sabia de aquel encuentro les había indicado que por allí la tierra se abría mostrando su caliente seno en forma de termas, y allí fueron. Al llegar se encontraron con varios seres que también habían estado en el encuentro: una madre-danza, acompañada por un fuerte guerrero de la tierra, les indicó el camino y así se metieron en el agua purificadora. Volvieron al seno materno ancestral. El calor los meció, se relajaron y conectaron, cuando se preparaban para marchar la madre tierra risueña desencadenó una lluvia fuerte para que se sintieran perdidos y sólos.
Los cinco corrían desesperados, cuando desde una cueva una mano amiga que habían conocido en la fiesta se abrió, y un ser portador del fuego les invitó a su morada. Acompañado de una joven viento sonreían al reconocer a los guardianes, a la madre-danza y al guerrero de tierra...así se formó la comunidad eterna de una noche.
Los guardianes pudieron recibir de otros los dones que ellos habían guardado durante el encuentro: alimento de la madre-danza, calor de portador del fuego y el agua de la joven viento, la seguridad de la compañía del guerrero tierra...pero el mayor don fue el poder vivir aquella noche como una comunidad plena, enlazando las manos y siendo capaz de dar gracias a la madre tierra y sentirse parte de un TODO.