domingo, 14 de junio de 2015
El río de los sentimientos
"Los sentimientos juegan un papel muy importante en la dirección de tus pensamientos y acciones. Un río de sentimientos fluye a través de nosotros; cada una de sus gotas de agua es un sentimiento distinto y todos ellos se relacionan entre sí para formarlo. Si queremos observarlo basta con que nos sentemos en la orilla e identifiquemos cada sentimiento que flota, fluye y desaparece.
Existen tres clases de sentimientos: agradables, desagradables y neutros. Tendemos a evitar todo sentimiento desagradable, y sin embargo, es mucho más efectivo concentrarse en la respiración y observarlo, identificándolo silenciosamente para nuestros adentros: ""Inspiro y sé que estoy experimentando un sentimiento desagradable. Espiro y sé que estoy experimentando un sentimiento desagradable"". Llamar a cada sentimiento por su nombre, por ejemplo: ""furia"", ""pena"", ""alegría"", o ""felicidad"" nos ayuda a identificarlo claramente y a reconocerlo con mayor profundidad.
La respiración es útil para ponernos en contacto con nuestros sentimientos y nos ayuda a ceptarlos. Si nuestra respiración está iluminada y es tranquila, también nuestra mente y nuestro cuerpo se mantendrán iluminados, tranquilos y despejados. La observación concentrada está basada en el principio de la ""no-dualidad"": nuestros sentimientos no están separados de nosotros ni son el simple efecto de una causa ajena, externa; nuestros sentimientos somos nosotros y a la vez nosotros somos esos sentimientos. Tampoco es que estemos desbordados o aterrorizados por nuestros sentimientos ni que debamos rechazarlos. La actitud en la que ni te aferras ni los rechazas es la actitud permisiva y tolerante que constituye una parte importantísima en la práctica de la meditación.
Si afrontamos nuestros sentimientos desagradables con mimo, afecto, no-violencia podemos transformarlos en energía sana, positiva. Gracias a la labor de la observación concentrada nuestros sentimientos desagradables incluso pueden iluminarnos, y orientarnos en el conocimiento de nosotros mismos y de la sociedad." Thich Nhat Hanh en "Hacia la Paz Interior"
Existen tres clases de sentimientos: agradables, desagradables y neutros. Tendemos a evitar todo sentimiento desagradable, y sin embargo, es mucho más efectivo concentrarse en la respiración y observarlo, identificándolo silenciosamente para nuestros adentros: ""Inspiro y sé que estoy experimentando un sentimiento desagradable. Espiro y sé que estoy experimentando un sentimiento desagradable"". Llamar a cada sentimiento por su nombre, por ejemplo: ""furia"", ""pena"", ""alegría"", o ""felicidad"" nos ayuda a identificarlo claramente y a reconocerlo con mayor profundidad.
La respiración es útil para ponernos en contacto con nuestros sentimientos y nos ayuda a ceptarlos. Si nuestra respiración está iluminada y es tranquila, también nuestra mente y nuestro cuerpo se mantendrán iluminados, tranquilos y despejados. La observación concentrada está basada en el principio de la ""no-dualidad"": nuestros sentimientos no están separados de nosotros ni son el simple efecto de una causa ajena, externa; nuestros sentimientos somos nosotros y a la vez nosotros somos esos sentimientos. Tampoco es que estemos desbordados o aterrorizados por nuestros sentimientos ni que debamos rechazarlos. La actitud en la que ni te aferras ni los rechazas es la actitud permisiva y tolerante que constituye una parte importantísima en la práctica de la meditación.
Si afrontamos nuestros sentimientos desagradables con mimo, afecto, no-violencia podemos transformarlos en energía sana, positiva. Gracias a la labor de la observación concentrada nuestros sentimientos desagradables incluso pueden iluminarnos, y orientarnos en el conocimiento de nosotros mismos y de la sociedad." Thich Nhat Hanh en "Hacia la Paz Interior"
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