Se encendió la luz y me levanté...no me sentía diferente, si acaso más tranquilo. Reflexionaba sobre lo que había sucedido en aquella sala en la hora y media anterior; no llegaba a ninguna conclusión.
La sensación corporal era como cuando te leen un poema que no entiendes del todo, que te gusta, pero que en parte hace vibrar cosas de ti que no reconoces como propias.
Aquella cascada de imágenes, casi inconexas, con unos hilillos de palabras que parecían venir de lo más hondo de las personas que las decían, como si filtraran los millones de pensamientos que se agolpan en nuestra cabeza en un día y se hicieran visibles apenas unos pocos, todo aquello me había dejado una especie de resaca apacible.
Durante la proyección las dos chicas que charlaban animadas antes de comenzar sobre cosas superfluas y otras como sus vidas, el hecho que marcó una de ellas de que gracias al tratamiento ya no explotaba tanto, que sino aquella tarde la liaba con un cierto hombre;pues ambas, las dos, se levantaron a los 30 o 40 minutos de metraje y se fueron...

Veía aquellos paisajes, aquella luz, trataba de meterme en la historia, pero qué historia, si esto es como algo entre real y onírico. En un momento paseaba por las playas del mont Sant Michele, y sin darme cuenta como me mecía en otros brazos distintos rodeado por búfalos en las amplias pladeras del medio oeste americano. Finalmente me metía sobretodo en los silencios, cuándo fue la última vez que he escuchado un silencio en una película? Era casi como meditar, casi porque estaba allí sintiendo, padeciendo, en algunos momentos aburrido, en otros intranquilo, enamorado, apasionado, dolido....todo eso se hizo piel, mi piel, y los ojos hinchados de tanta belleza sutil, no apta para prisas ni necesidades.
Realmente no amaron, hubo enamoramiento, apasionamiento, necesidades, pero no amaron.
Cuando me levanté y comencé a andar escuché a unas señoras mayores que argumentaban:
"Estos integristas americanos" en clara referencia al papel de cura atormentado por una crisis de fe, interpretado magistralmente por Bardem, con su cara, con sus ojos, transmitiendo la tristeza de no saber muy bien que es lo que está hacien con su vida, incluso al sonreir. Igual que sonreía yo.
Comencé a caminar por la calle, pensando que tal vez aquella película fuera un bodrio, pero a mi me había llegado, la imagen, las palabras no dichas, porque tenemos esa necesidad de palabras? Vivimos en una de las épocas donde más palabras se lanzan, oral, escrita e internauticamente, casi tenemos copados de palabras nuestros días, son tan necesarias? acaso todo este conjunto de palabras no está consiguiendo transformar en ruido el intento de comunicación? El fresco del anochecer me hizo presente; y la vida me regaló otro comentario, dos jovenes que se sentaban delante mía comentaban:
- "Era como un anuncio seguido...muy extraña"
-"Tantas metáforas, que no se entiende...y lo de me giro y te veo como si me siguieras, qué?"
Sonreí y caminé más despacio, para que no me influenciaran más sus pensamientos en voz alta, y me dejé llevar por un cielo en ocaso, una ciudad iluminada, el frescor del anochecer. Tal vez, cada cual ha visto en aquella pantalla un reflejo de su realidad, o puede que de su existencia...
Realmente no amaron, hubo enamoramiento, apasionamiento, necesidades...pero no amaron.
Días de cine, minuto 28:30
Entre lo sublime y lo absurdo