Decimos lo que debemos decir en ese momento, perfectos como somos, todo está dispuesto, el escenario, los compañeros de reparto, las circunstancias nos marcan aún más el camino. Y avanzamos hacia donde sea, con tal de avanzar, no parar, esa parece la consigna nunca parar y que se vaya a desbaratar todo.
Por eso es más terrible cuando se cae la mascara, ese dudar entre escena y escena, en el que se titubea, se respira, o simplemente se duda.
Todo esto me viene a la cabeza al ver la película "Mal día para pescar". Acompañamos a un campeón decadente y a su charlatán representante en su llegada a un nuevo pueblo, Santa María, un pueblo como otro cualquiera, o más bien todos los pueblos posibles; y vamos descubriendo sus grandes papeles y pequeñas mentiras, y como ellos se las creen, y forman una realidad alrededor de ellas, mientras que se las creen claro.
He leído la carátula y alguna crítica y no estoy de acuerdo en la lectura plana de que se trata de dos buscavidas, el pícaro empresario (Principe) y el envejecido e incontrolable forzudo ex-campeón del mundo de lucha libre (Jacob)
...para mi son mucho más, por separado, Principe es un hombre que necesita vender, que vive para crear magia, que guarda algún oscuro secreto que le impide abrirse al mundo y por ello corre y recorre el mundo en una carrera sin fin hacia ningún sitio. Y también a mi modo de ver, Jacob es un atormentado, una especie de sombra de un prodigio, que tuvo que sufrir para llegara ser campeón, los restos de lo que fue simplemente algo bonito, creado para recreo de los espectadores... para mi son mucho más, son una familia peculiar, seres humanos que se aceptan y respetan. Que se devuelven el diálogo para no permanecer en monólogo solitario...porque todo ser humano lo es en diálogo. Quién podría cantarle el Lillie Marlem como Principe a un grandullón de 120 kilos enfurecido?

Destripando un poco la película creo que hay un diálogo en el nudo donde hace todo click...diálogo entre el empresario y el campeón, en el que Principe deja entrever a Jacob que no se lo cree y eso cambia todo, porque este si se lo cree.
La fotografía y el color de esta historia es delicado, con un toque retro que nos hace pasear por una "vieja historia" en otro lugar de la memoria, en otro tiempo, pero que podría perfectamente pasar entre nosotros, y de hecho pasa. Cuantas veces seguimos representando el papel esperado, cuantos diálogos así vamos postergando por no romper con el papel perfecto que nos hace seguir "adelante"?
