Observa cada situación con los ojos de la novedad, pues la realidad que aparece ante ti es nueva en cada ocasión. La mente tratará de buscar repeticiones para sentirse segura, escribiendo un guión e intentando encajar lo real en él: “esto es así, va a suceder aquello”.
Conecta primero con tu cuerpo, cambiante a cada momento también. A cada paso la arena se mueve de manera diferente bajo tus pies, ¿cómo sientes las piernas ahora? Siente el ritmo de tus pasos por la arena, observa tu respiración, las sensaciones corporales son el motor de arranque para conectar con el momento. Siente como estás de pié en la arena, estira tu cuerpo, cuando sientas calor camina por la orilla y toma la humedad del inmenso mar.
Respira y concéntrate en el aquí y ahora, sólo así podrás conectar con lo que está sucediendo delante tuya. Así, el hecho de que una píllara baje la duna como despistada y pase ante ti, abriendo un poco las alas, y con una actitud entre distraida y preocupada, puede significar que no contaba contigo o que tiene un nido en la duna, ¿cómo lo sabrás sin conectar con este instante?
Sorpréndete a cada momento con lo que sucede ante tus ojos, pues es único e irrepetible, el milagro de la vida que se da ante nosotros.
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