miércoles, 21 de junio de 2017
Zen y píllara IV
avanza
más rápido
por
las líneas que deja en la arena la máquina de limpieza
que
por las huellas del que la protege.
Nada es bueno, nada
es malo, todo es lo que es. Observa todo lo que te conmueve y remueve
en la playa. Si eres capaz de sentir compasión por un animal de otra
especie como es la píllara, cuánto más podrías sentir compasión
por el ser humano que lleva la máquina de limpieza, por el hombre
mayor que pasea sus perros sueltos, por la pareja que entra en el
perímetro de protección.
Sonríe
sinceramente, con compasión, ante sus actos de inconsciencia y ante
tus reacciones de ira y mal humor. Acepta tus juicios y acoge la
realidad que está sucediendo.
Saluda cordialmente,
desde el fondo de tu corazón, al hombre que pasa la máquina de
limpieza a primera hora de la mañana. Él está en su camino,
probablemente le parezca tan raro lo que tú haces como a ti te
parece extraño que las personas quieran una playa límpia y muerta.
Pero si tu sonrisa y saludo son sinceros creareis un puente de unión
entre dos realidades tan distintas, ni él se sentirá juzgado, ni tú
te sentirás fracasado en el intento de proteger a la píllara.
Observa como la
huella de la máquina en la arena es utilizada por la píllara para
esconderse y correr a gran velocidad por delante del nido, es como su
autopista, le allana el terreno.
Sin embargo las
huellas de las personas que pasean por la arena, incluso para
proteger a la píllara, generan montículos y agujeros, que para la
píllara son de una dimensión tal que pueden ocultarse en ellos,
formando estas huellas obstáculos que deben sortear.
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Por aquí paso a leerte que ya sabes que me encanta
ResponderEliminarBesos