sábado, 21 de agosto de 2010
Uyuni
" Tunupa era ella, la más hermosa, la más codiciada de todas las montañas que rodeaban el altiplano. Vestía quince polleras coloridas y quince enaguas y el encanto de sus formas trascendía más allá de la comarca. Todos los cerros machos deseaban sus amores, venían de lejos, de Lipez, de Chacras, de Pacaje venían los cerros a admirar su consumada belleza, pero todos sabían que el corazón de Tunupa sería ganado por uno de los dos cerros pretendientes: el cerro Chillima y el Kora-Kora.
Pasaron muchos años hasta que la precoz belleza de Tunupa se hizo mujer en edad de unirse a un cerro macho y el olor de su madurez sexual fue transportado por el aire hasta lejanos lugares. Entonces empezaron terribles disputas. Los cerros más ancianos dictaminaron que tanto el Chillima como el Kora-Kora tenían fundados derechos sobre la gracia de Tunupa y resolvieron que debían de luchar entre sí para dirimir el conflicto: el vencedor sería el afortunado esposo de Tunupa.
Nunca antes se había visto un combate tan atroz en el inmenso escenario de los Andes. El Chillima y el Kora-Kora se propinaron terribles desgarrones geológicos, escupieron lavas ardientes, rodaron entrelazadamente por la planicie en una lucha que hizo temblar la tierra. Todos contemplaban la gran batalla que llenaba el altiplano de chispazos metalúrgicos. El Chillima, pese a haber recibido un severo castigo -de ahí que uno de sus lados aparezca actualmente en forma de farallón, merced a un funesto golpe recibido-, salió victorioso de la contienda y se unió a la pretendida Tunupa.
Fruto de este amor entre montañas, la bella Tunupa parió un hijo hermoso, acaso una pequeña colina que con el tiempo se habría convertido en tremendo cerro si no fuera por la desgracia que cayó sobre la región. Abatido y celoso, el despechado Kora-Kora acudió una noche y raptó al hijo de Tunupa, llevándoselo muy lejos hasta donde nunca jamás lo volvieran a encontrar. La tragedia abrió brecha de angustia en la infeliz pareja. Tunupa entró en una honda tristeza. Cuando perdió toda esperanza de recuperar a su hijo y ante la imposibilidad de darle de mamar, apretó sus senos sin parar de llorar y derramó toda su leche sobre la pampa. La panpa recibió este manantial maternal y, cuajándolo, lo conservó para siempre como ejemplo del dolor de la madre desposeída."
Es de esta manera cómo se formó el gran salar de Uyuni, según habló aquel vierjo aymara de Tahua.
"Buscando el Sur" de Román Morales García.
Foto del Salar de Uyuni, viaje Sudamérica 2006
Pasaron muchos años hasta que la precoz belleza de Tunupa se hizo mujer en edad de unirse a un cerro macho y el olor de su madurez sexual fue transportado por el aire hasta lejanos lugares. Entonces empezaron terribles disputas. Los cerros más ancianos dictaminaron que tanto el Chillima como el Kora-Kora tenían fundados derechos sobre la gracia de Tunupa y resolvieron que debían de luchar entre sí para dirimir el conflicto: el vencedor sería el afortunado esposo de Tunupa.
Nunca antes se había visto un combate tan atroz en el inmenso escenario de los Andes. El Chillima y el Kora-Kora se propinaron terribles desgarrones geológicos, escupieron lavas ardientes, rodaron entrelazadamente por la planicie en una lucha que hizo temblar la tierra. Todos contemplaban la gran batalla que llenaba el altiplano de chispazos metalúrgicos. El Chillima, pese a haber recibido un severo castigo -de ahí que uno de sus lados aparezca actualmente en forma de farallón, merced a un funesto golpe recibido-, salió victorioso de la contienda y se unió a la pretendida Tunupa.
Fruto de este amor entre montañas, la bella Tunupa parió un hijo hermoso, acaso una pequeña colina que con el tiempo se habría convertido en tremendo cerro si no fuera por la desgracia que cayó sobre la región. Abatido y celoso, el despechado Kora-Kora acudió una noche y raptó al hijo de Tunupa, llevándoselo muy lejos hasta donde nunca jamás lo volvieran a encontrar. La tragedia abrió brecha de angustia en la infeliz pareja. Tunupa entró en una honda tristeza. Cuando perdió toda esperanza de recuperar a su hijo y ante la imposibilidad de darle de mamar, apretó sus senos sin parar de llorar y derramó toda su leche sobre la pampa. La panpa recibió este manantial maternal y, cuajándolo, lo conservó para siempre como ejemplo del dolor de la madre desposeída."
Es de esta manera cómo se formó el gran salar de Uyuni, según habló aquel vierjo aymara de Tahua.
"Buscando el Sur" de Román Morales García.
Foto del Salar de Uyuni, viaje Sudamérica 2006
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Traigo aquí esta bella historia de la formación del salar de Uyuni, un cuento aymara que he leido hoy mismo tumbado en la playa.
ResponderEliminarNo creo en las coincidencias y anteayer hablaba con la encargada de las salinas de IslaCristina: www.flordesalbiomaris.com, un sitio donde siguen tomando la sal de la tierra de la forma tradicional, e inventan nuevas formas, cristalizando sales con polvo de ajo, oregano, rosas y muchas otras cosas.
Le comenté mi visita al salar de Uyuni, allá por el 2006, en un viaje iniciático por sudamérica, que nmuchos seguisteis por email 8algún día puede que traiga aquí alguno de ellos). Le prometí fotos, que ya envié, del salar y del hotel de sal donde dormí una noche.
Un salado abrazo.
estas en mi pueblo??? yo soy de isla cristina!!!!
ResponderEliminardale un gran beso a mis playas, a las salinas, y si la ves a mi madre