Viva Dios,...y Tú!

Cuando sus dedos comienzan a tejer ritmos, mi corazón salta, nervioso me entran los sudores y los pelos de los brazos se me erizan, la chaqueta me sobra.Van pasando por las seis cuerdas, en cada nota una enciclopedia, un giño, un instante de la música contemporanea.

Él sólo, bueno, él y 15.000 pares de oidos, que no sólo prestamos atención, sino que vibramos. No se escucha nada más, la plaza de Toros de Jerez es un todo, es flamenco, es vida. La música, más que música, las palabras que salen de aquella guitarra nos mecen, nos unen, nos hacen ser. Me siento emocionado, contento, como cuando te das cuenta de que todo está bien, de que todo encaja en el universo, esa es la sensación.

Había llegado a la puerta de tendido de sombra a las 8:45. Allí sólo dos jóvenes apoyados en un coche, una pareja y una chica. La pareja se marchó y los jóvenes se pusieron a hablar con la chica. Yo me quité los cascos y presté atención a la conversación. Los jóvenes venían desde Sevilla, aunque tenían acento norteño y una camiseta con un símbolo celta. Llevaban por allí desde la mañana para comprar las entradas, y habían entrado en la plaza, teniendo claro cual era el mejor sitio para sentarse.

Inauguramos la cola, y comenzaron a explicarnos que mejor entrar y para la derecha, a la derecha...Cuando entramos, a las 21:30, habíamos dejado de ser desconocidos, nos habíamos echado unas risas, y fuimos todos juntos a la derecha, nos sentamos en primera línea, tras el chiquero de sombra, y allí comenzamos a charlar.

La chica se definía como "gitana" italiana, y estaba en Jerez en un curso de baile, la pareja, también italiano, aprendía guitarra. Me senté al lado del joven italiano, y charlamos sobre música, viajes, vida...recordé el viaje en avión a Timisoara, Rumanía, y el joven rumano, que no paró de charlar en todo el viaje, y cómo se nos hizo mucho más corto.

Pero ya estamos en silencio, ya vibramos. El fin del primer tema consiguió levantar a los 10 o 12 de la familia sevillana que se sentaba a mi izquierda, y a mi , y a muchos.
Vuelve el silencio y la quietud, vuelve la guitarra. Tercer tema y salen tres palmeros, en el momento preciso, en el acorde adecuado, se escucha un oooleeee geneeral, que casi pasa inadvertido, que casi forma parte de la canción.
 Cuarto tema y son siete los palmeros, quinto, no hay quinto malo, y este es brutal, porque los palmeros se convierten ante mis incrédulos ojos, en tres cantaores, un bajista, percusión, aiiii mi cajón flamenquito, una armónica y una guitarra de acompañamiento...comienza ahora otro espectáculo, el de la guitarra flamenca fusionándose con otros instrumentos, hablándose, replicándose, complementándose.

Aquello lleva a la plaza entera, a un éxtasis colectivo...

Que grandes. El armónica se marca un solo, repitiendo lo que dice la guitarra de Paco, sacando cosas de ese cachito de hierro, que nunca pensé que podrían salir.
El sevillano que tengo a lado me dice sonriendo:
-Oee, que bueno ehh el de la armónica!!

-Pues si, no hay malo ahí.

Por un momento me olvido que estoy en un concierto de Paco de Lucia, pero vuelve la guitarra, y la sorpresa me hace saltar el corazón nuevamente, lo redescubro.
En el descanso ya me doy casi por satisfecho, el cuerpo, el cerebro, los ojos todo me pide descanso, porque las sensaciones han sido increibles, charlamos un rato más, sobre lo obvio, lo increible que está siendo.

El sevillano me aclara que el cantaor pequeñito que se levantó como un resorte en cierta canción y comenzó un zapateao increible era el hermano de Farruquito, y claro, de casta le viene al galgo.

Comienza, cada tema es una nueva sensación, cómo lo hará este hombre mayor, cómo puede hacer hablar así a una guitarra...y cómo cada nota, cada acorde, cada cambio lleva su firma? El subidón me hace sudar, reir, casi llorar, alegrarme, esto es la leche...acaba, se van, comienzan las palmas para pedir bis, y las palmas comienzan a hacer ritmos, que arte tiene este pueblo. 

Salen otra vez, y al final tocan el entre aguas, según mi hermano la canción que él esperaría de estar aquí, pero para mi, es una guinda, un dulce más de este increible pastel.

Encienden las luces, le doy la mano emocionado al sevillano "un placer compartir esto con Ud." "Pues si, que genio, jozu el gusto ha sio mio" y luego con los compis de la puerta, nos damos la mano, emocionados, fraternos, saltan hasta abrazos, ha sido demasiado, decir bueno es poco, increible!!