Ella así lo quería, que la observara, que la respetara, que la conociera, por eso pasó lo que pasó ayer. Esta vella dama blanca exige atención, respeto. He tenido que aplicarme, estudiar como acercarme a ella sin agredirla, sin ser brusco, todo un reto...
Una anciana que se cruza conmigo en las últimas casas del camino me saluda, e intuyendo mis intenciones echa un responso de protección y salud, presignándose tres veces, al que solo puedo responder, muchumesc (gracias).
La brisa fresca de la mañana me anima, me alegro de estar en camino, la Dama Blanca me espera, eterna, inmensa, viva!
Paseo por un bosque, dejo de ver mi objeto de deseo, los árboles la tapan, los pájaros me animan, el arrollo me canta al oído, sssssiiiiiiiiiiigue,, ssssssiiiiiiiiiigue sssssssiiiiiiiiiiiiiiigue.
A las 9 de la mañana estoy empapado en sudor, Pietrosu, así te llaman hoy Dama Blanca, pero porqué te ponen nombres tan masculinos, yo se que eres una dama, eternamente femenina, volputuosa pacha-mama, distante y coqueta, que siempre escoges muy bien a tus amantes, y que me vas a permitir trepar por tus caderas hoy, sólo hoy, y llegar a culminar ese puntiagudo volumen.
El camino se hace difícil, durísimo, la pendiente brutal y el sol ya castiga a las 9 de la mañana, esto es una meditación, me veo bosque, verde inmenso, subiendo y subiendo, decorando las faldas de la dama, cada vez te veo más cerca querida, cada vez se hace más difícil, amiga.
También me siento agua, precipitándome hacia abajo sin freno, dejando esta locura de sube sube, que me seca la garganta y me hincha el pecho de un sofocante ardor.
A las 10 llego a la estación metereológica, casa de tus guardianes y compañeros, una pareja mayor, pero con la vitalidad que da la montaña. Dejo mi morral allí, ya no puedo más con él, apalabramos una noche bajo techo, eso está bien, esta conquista la merece.
Continuo mi camino, rodeando por media hora tu hombligo humedo, es un precioso lago glacial, decorado con un azul rubi. Por un momento me pierdo en tus caderas, las veo interminables, eternas, resbalo por ellas, me agarro a tu piel, sudamos a la par, yo salado, tú helado jugo derramado.
Eres preciosa, me siento conectado fuertemente contigo, ya no somos tú y yo, somos uno solo, formo parte de este paisaje, piedra, hierba, viento. Gracias amada montaña. por regalarme este día, por dejarme formar parte de ti.
No soy montañera, pero siempre me ha intrigado
ResponderEliminaresa relación tan intensa que tenéis con la montaña. Esa mezcla de placer, dolor y esfuerzo que culmina con un breve triunfo de coronar la cima.
Aquí sí que se puede aplicar lo de "lo importante es el viaje, no el destinos"
Los lagos de montaña son un preciosidad.
Besos, Suso.
Yo tampoco soy montanhero, simplemente me gusta la montanha. Para no conocer el mundillo lo describes muy bien, es una mezcla de dolor, exfuerzo, placer.
ResponderEliminarEs como una meditacion, en medio de un paisaje increible, es un camino casi mas interior que exterior. El aire es mucho mas puro, y la vegetacion es tan rara y escasa que no existen muchas cosas que te distraigan, sois tu y la montanha.
Transpirar todo lo negativo, respiras y te concentras tanto en la montanha que te olvidas de ti mismo, los problemas son anecdotas, los recuerdos son fotos en un cajon, y lo unico en lo que piensas es en ella, en la Dama blanca.
Cuando vuelvo de una cumbre siempre estoy roto, mis amigos me vacilan porque hace anhos que necesito estirar, cual aguelo, y pienso, nunca mas, esta es la ultima, acabo fatal de la pierna derecha y la cadera (varias veces bese el suelo andando en moto)...pero en cuanto puedo vuelvo, es superior a mi!